Por Fernando Palacín Arizón
Director gerente de la Fundación para el Desarrollo de las Nuevas Tecnologías del Hidrógeno en Aragón
La nueva Cumbre del Clima que se celebrará en noviembre en Glasgow volverá a poner de manifiesto la necesidad de seguir avanzando hacia una economía neutra en carbono como la que Europa ansía para 2050, así como la idoneidad de continuar con el camino de lucha contra la emergencia climática. Esto requiere llevar a cabo una drástica reducción de emisiones en todos los sectores, un esfuerzo que debe ser especialmente importante durante la próxima década. Para lograr estos objetivos y los que se dibujaron en el Acuerdo de París -limitar el calentamiento mundial por debajo de los 2 grados y, preferentemente, por debajo de 1,5 grados en comparación a los niveles registrados antes del desarrollo industrial moderno- es preciso llevar a cabo una drástica reducción de emisiones en todos los sectores.
Es en esta apuesta conjunta por la reducción de emisiones, el almacenamiento inteligente, la eficiencia energética, las redes flexibles y el suministro estable de energías sostenibles donde puede jugar un papel destacable la economía del hidrógeno, ahora floreciente, y en cuyo desarrollo Europa lleva mucho tiempo trabajando.
Sin embargo, no debemos perder de vista que el hidrógeno no es un fin en sí mismo, sino un medio para llevar a cabo esa necesaria descarbonización, especialmente en sectores donde no es nada fácil acometer esta tarea, como la industria pesada o el transporte, mucho más difíciles de electrificar que otros como el doméstico o el de la movilidad personal.
La Estrategia Europea del Hidrógeno y la Alianza Europea del Hidrógeno Limpio tienen como principal objetivo el despliegue masivo de las tecnologías del hidrógeno para 2030, mediante un programa de inversión y una cartera de proyectos concretos que, una vez definidos, servirán como impulso para la industrialización del sector y darán apoyo a toda la cadena de valor de este vector energético. Por su parte, España tiene desde el pasado año su Hoja de Ruta del Hidrógeno, un plan que contempla que el desarrollo del hidrógeno renovable incentive la creación de cadenas de valor industrial innovadoras en nuestro país, el conocimiento tecnológico y la generación de empleo sostenible, contribuyendo a la reactivación hacia una economía verde de alto valor añadido. Esa es la clave y ese debe ser nuestro enfoque, acompañar al sector industrial en la búsqueda de las oportunidades que puede brindarle esta nueva tecnología.

Para que eso ocurra es muy importante que esa tecnología se desarrolle en nuestro país a partir de innovación y conocimiento promovido también en él, de modo que sea posible aprovechar industrialmente las economías de escala que se van a dar.
Hay sectores paradigmáticos en todo esto, como el de la automoción, que representa casi un 10% del PIB español y está muy ligada todavía a la combustión. Claro está que precisa caminar hacia la electrificación, pero con los tiempos adecuados, porque si corremos demasiado, corremos el riesgo de ser los primeros y los más verdes de Europa, pero dejando por el camino una estela de cadáveres empresariales que no habrán podido digerir un cambio de tanto calado.
En esa transición energética, en la que forzosamente va a haber un mix de tecnologías entre las que cada persona podrá escoger la que más se adapte a sus necesidades y posibilidades, es imprescindible pensar en combustibles descarbonizados como el hidrógeno, que puede dar aire y tiempo a un sector tan importante como este para reconvertirse.
La investigación en materia de hidrógeno raya a un altísimo nivel en España, pero debe incorporar también al sector empresarial e industrial para cerrar el círculo, como Aragón lleva haciendo desde que se creara la Fundación Hidrógeno Aragón en 2003.
Quedan algunos escollos por superar, cuellos de botella que lastran todo este avance. El formativo es uno de ellos, aunque cierto es también que va apareciendo formación especializada en materia de hidrógeno como el máster interuniversitario que han puesto en marcha e impartirán simultáneamente este curso 5 universidades españolas y 6 centros educativos y de investigación entre los que está nuestra Fundación.
Paralelamente, también es importante establecer un marco regulatorio y normativo que favorezca la implementación de estas tecnologías, puesto que, hoy en día, están muy focalizadas en sectores como el químico o el industrial. Al abrirse a otros más cercanos al gran consumo, este nuevo enfoque del hidrógeno, el energético, necesita una adaptación y la creación de un marco legislativo adecuado con presteza, para que no haya vacíos que ralenticen su desarrollo.
Los retos que tenemos por delante no son menores. Pero las oportunidades que emanan de ellos, si sabemos aprovecharlas, pueden permitir dar un paso de gigante a nuestro sector industrial a la par que creamos riqueza, empleo y contribuimos decisivamente a la preservación de nuestro entorno.